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Poesías



Cantos a la Madre Natura.

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PRESENTACIÓN

Por uno de esos milagros, casualidades, o actos providenciales, nos vemos frente a unas cantigas de la vida, las cuales tienen el propósito de producir una regresión en el tiempo, en cada persona que las lea con atención. Llevándonos a nuestra niñez y juventud. Atravesando la línea que separa la fantasía de la realidad. Ante éstas, quedamos atrapados en la magia de los bosques, cuyos afluvios nos penetra hasta el alma, y en unción religiosa nos inclinamos en acto de adoración ante la naturaleza.

En este trabajo, tan bien estructurado en su forma, y en su contenido profundo, se deja entrever la inquietud del autor, de dar a los árboles rostros y sentimientos humanos, que azotan nuestras conciencias, dándonos clarinadas proféticas, de la relación ineludible de coexistencia entre el hombre y el mundo natural.

Obvio es, que el esfuerzo intelectual desplegado, es una suerte de redobles broncíneos de una fe o esperanza que agoniza, a la espera de una fuerza redentora que salve la vida de los bosques. Cuando los campos queden hechos leños, la humanidad tendrá un rostro óseo calcinado. Mustio. Silencio eterno.

En estas trovas a la naturaleza, se percibe el crujir de ramas abatidas por el viento, se escuchan los preludios de la eterna sinfonía que éstas ejecutan con el instrumento musical de sus hojas, el trinar melodioso de pajaritos jubilosos que anuncian auroras y ocasos; se percibe también el húmedo fragante que emana de los bosques después de una tórrida lluvia; cincelando el paisaje con profundas meditaciones, y de repente nos percatamos que corremos a prisa tras los encantos seductores de la civilización, y que es preciso recordar que la humanidad está viajando, en una burbuja y que es viajera errante en el cosmos. Asimismo la agudeza filosófica, la insoslayable sensibilidad y convicción del autor, nos introducen sutilmente en el mundo de los árboles y en el espíritu de los bosques, demostrando su preocupación ecológica de preservar la biósfera y mantener la inalterabilidad de los ecosistemas.

Gracias David, por haber penetrado en nosotros mismos, de haber conseguido de ser de nuevos niños, y porque tu canto siga siendo el canto del gavilán autóctono, que clama desde la quebrada y las lomas del páramo la defensa irrestricta de la flora, la fauna y la vida.






VICTOR ARCELLES QUEVEDO

MARCOS ZAPATA DIOS